Días atrás la Cámara de los Lords en Inglaterra, aprobó la legitimidad de adopción por parte de parejas homosexuales. Esta decisión se adhiere a la de otras 11 naciones, algunos estados de Canadá y otros de Norteamérica que también ya han adoptado esta práctica. Sobre el particular y desde la perspectiva de un ciudadano latino radicado en el fin del mundo, quisiera compartir mi sencillo punto de vista sobre este tema, que sin duda invita a la reflexión.
Hace poco más de un año en nuestro país, una jueza se declaro lesbiana y por ello perdió la tuición de sus hijos, resultó también que su imagen y profesionalismo se pusieron en tela de juicio producto del impacto mediático y social que este caso tuvo en Chile, conclusión: la jueza se fue del país y está en la actualidad radicada en España. Desde allí hace algunos días, ella intervino en un Foro Mundial que trataba la discriminación a la que están expuestas estas personas, y cuyo argumento trató precisamente la pérdida de la tuición de sus hijos. Vale consignar que los hijos de la jueza tuvieron su génesis en una pareja heterosexual.
Indudablemente el asunto es transversal a principios religiosos, morales y culturales propios a cada cual, la decisión de cada uno por tomar una vida sexual de la índole que sea, a mi entender corresponden a una opción personal, privativa y no cuestionable, pero lo que a mi juicio está en la palestra de la discusión y el debate, es decidir la formación, crecimiento y la vida de un niño o una niña en este sistema de adopción y por tanto a su futuro.
Creo que la actitud y decisión de adoptar un niño o niña, que a su vez ha sido abandonado por su o sus progenitores (las razones no vienen al caso tratarlas en este artículo), es maravillosamente loable. Creo asimismo que, es delicado adoptar por una pareja de homosexuales sean lesbianas o gays, no por el hecho quede en tela de juicio la capacidad de amar y entregar una calidad de vida suficiente al menor, sino por el hecho de la discriminación a la que quedará sujeto inevitablemente al integrarse a la sociedad y desarrollarse plenamente.
Los niños entre sus pares, cuando discriminan no miden ni gradúan sus palabras y sus comentarios, generando con ello muchas veces cuadros sicopáticos y dificultades de comportamiento en sus víctimas que en la mayoría de los casos, repercuten en la vida adulta. Los adultos a su vez, apuntan, señalan, cuestionan, juzgan y deciden que es mejor y que no lo es para la sociedad. Finalmente, es muy relevante el contexto social en el que el menor se desarrollará y la cultura a la que estará sometido. Bastantes estudios existen sobre el particular que señalan las razones favorables y desfavorables, pero los estudios y los precedentes son una cosa y la vida singular otra, fracaso o éxito sin duda ni lo uno ni lo otro está garantizado.
Los derechos, estoy de acuerdo son inalienables a cada cual pero esos derechos y los derechos de cualquiera a ser feliz o pretenderlo, terminan en la frontera de la responsabilidad y el respeto por los demás. Por tanto, creo en mis derechos como heterosexual, y creo profundamente en los derechos de quienes no lo son, … pero insisto, … eso es muy diferente cuando se trata de futuras generaciones surgidas hoy al amparo de un derecho impositivo y demandado por una condición con la cual no se nació. Pues lo natural con excepción de método científico, es que nadie nace sino de una relación sexual hetero y eso indiscutiblemente es lo … natural. Quizás no pocos señalarán mi escasa capacidad de admitir la diversidad … lo asumo, pero asimismo apelo a esos no pocos, a que comprendan también soy parte de la misma diversidad en la que ellos se desenvuelven.
Hace poco más de un año en nuestro país, una jueza se declaro lesbiana y por ello perdió la tuición de sus hijos, resultó también que su imagen y profesionalismo se pusieron en tela de juicio producto del impacto mediático y social que este caso tuvo en Chile, conclusión: la jueza se fue del país y está en la actualidad radicada en España. Desde allí hace algunos días, ella intervino en un Foro Mundial que trataba la discriminación a la que están expuestas estas personas, y cuyo argumento trató precisamente la pérdida de la tuición de sus hijos. Vale consignar que los hijos de la jueza tuvieron su génesis en una pareja heterosexual.
Indudablemente el asunto es transversal a principios religiosos, morales y culturales propios a cada cual, la decisión de cada uno por tomar una vida sexual de la índole que sea, a mi entender corresponden a una opción personal, privativa y no cuestionable, pero lo que a mi juicio está en la palestra de la discusión y el debate, es decidir la formación, crecimiento y la vida de un niño o una niña en este sistema de adopción y por tanto a su futuro.
Creo que la actitud y decisión de adoptar un niño o niña, que a su vez ha sido abandonado por su o sus progenitores (las razones no vienen al caso tratarlas en este artículo), es maravillosamente loable. Creo asimismo que, es delicado adoptar por una pareja de homosexuales sean lesbianas o gays, no por el hecho quede en tela de juicio la capacidad de amar y entregar una calidad de vida suficiente al menor, sino por el hecho de la discriminación a la que quedará sujeto inevitablemente al integrarse a la sociedad y desarrollarse plenamente.
Los niños entre sus pares, cuando discriminan no miden ni gradúan sus palabras y sus comentarios, generando con ello muchas veces cuadros sicopáticos y dificultades de comportamiento en sus víctimas que en la mayoría de los casos, repercuten en la vida adulta. Los adultos a su vez, apuntan, señalan, cuestionan, juzgan y deciden que es mejor y que no lo es para la sociedad. Finalmente, es muy relevante el contexto social en el que el menor se desarrollará y la cultura a la que estará sometido. Bastantes estudios existen sobre el particular que señalan las razones favorables y desfavorables, pero los estudios y los precedentes son una cosa y la vida singular otra, fracaso o éxito sin duda ni lo uno ni lo otro está garantizado.
Los derechos, estoy de acuerdo son inalienables a cada cual pero esos derechos y los derechos de cualquiera a ser feliz o pretenderlo, terminan en la frontera de la responsabilidad y el respeto por los demás. Por tanto, creo en mis derechos como heterosexual, y creo profundamente en los derechos de quienes no lo son, … pero insisto, … eso es muy diferente cuando se trata de futuras generaciones surgidas hoy al amparo de un derecho impositivo y demandado por una condición con la cual no se nació. Pues lo natural con excepción de método científico, es que nadie nace sino de una relación sexual hetero y eso indiscutiblemente es lo … natural. Quizás no pocos señalarán mi escasa capacidad de admitir la diversidad … lo asumo, pero asimismo apelo a esos no pocos, a que comprendan también soy parte de la misma diversidad en la que ellos se desenvuelven.