miércoles, 24 de febrero de 2010

CERRO 18, ... compresión social

Transcurrían los últimos años de la década de los 80 y como solución a las dificultades habitacionales de algunas familias que habitaban en campamentos de la ribera del río Mapocho, agregadas aquellas a otras familias con indigencia socioeconómica, se fundaron y se conformaron poblaciones cuyas viviendas de un poco más de 24 mt2 cobijaron a los habitantes de lo que se conoce hoy como el “cerro 18” de Lo Barnechea, localidad ubicada en el sector oriente de la capital y paradójicamente justo en medio de los sectores más acomodados de Chile, y también a metros del famoso y exclusivo “Nido de Águilas” y del “Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas”, ambos íconos de la Educación chilena. CERRO 18 DE LO BARNECHEA, SANTIAGO - CHILE
A comienzos del actual mes un joven fue asesinado al interior de esta población producto -según se señala por la Policía de Investigaciones de Chile- de rivalidades extremas entre grupos o tribus, convirtiendo ese suceso en portadas de noticieros y en un funeral especialmente protegido por fuerza pública y amenazas de venganza.
Algunos adjudican al cerro 18 el nombre de “favela chilena”, resultando aquel apelativo desafortunadamente preciso ante la problemática que allí se vive cotidianamente. Si bien la solución de urbanizar a las casi 1300 familias que llegaron a vivir a ese sitio se logró, también es innegablemente cierto que la compresión social y sus consecuencias están detonando hace mucho tiempo otras dificultades, cuyos aspectos dramáticos no aparecen en la prensa.
Con la finalidad de mostrar resultados positivos en cifras, los gobiernos de países subdesarrollados aplican políticas habitacionales con mínimos estándares tanto de calidad como metodológico. Así entonces, por años se han construido casas y departamentos cuyo metraje no sustenta sino el único objetivo de otorgar “un techo”, omitiendo lo fundamental cual es la verdadera calidad de vida.
El hacinamiento es uno de los factores de mayor peligro para una familia y para una comunidad, pues la aglomeración no es solamente física sino también gradual en la distorsión de principios y valores. Y una de sus mayores consecuencias es precisamente la frustración. Si se frustra una pareja jefes de hogar al no contar con los debidos espacios para su intimidad generando aquello episodios de violencia intrafamiliar, cuánto más frustrados estarán los niños por no tener espacios para su desarrollo, y cuánto más frustrados estarán entonces los jóvenes …, lógicamente entonces que evadirse en el alcohol y en la droga es el camino más inmediato … a la muerte. Se suma a lo anterior la segregación social, los altos índices de cesantía, el desamparo comunal y estatal, … lo que resulta en la necesidad urgente y en general de una política pública que contrarreste el avance del abuso, de la delincuencia y de la drogadicción en lugares como este.
No me cabe duda que la mayoría de los habitantes del “cerro 18”, luchan a diario y se esfuerzan por sobrevivir más que vivir. Sueñan con la movilidad social. Sueñan con vivir en paz.

sábado, 6 de febrero de 2010

INTERNET, ... y los niños

Nuestras cárceles cuentan con prisioneros que cumplen penas más por robo y homicidio, que por otros según la estadística. La violación es uno de los crímenes que punitivamente menos sanción tiene en el ámbito legal, pues los hechores al parecer (me queda la sensación) logran comportamientos “intachables” de buena conducta permitiéndoseles así la libertad, o bien accediendo al dictamen de inocencia mediante los subterfugios jurídicos en vigencia, en especial el de problemas mentales. Pero este asunto de la violación, desafortunadamente es uno de los delitos más frecuentes en la sociedad y del que existen víctimas y victimarios que no están situados ni en cierto nivel social, ni económico, ni cultural, ni de edad. Si bien la amenaza está en los hogares, en los trabajos, en los colegios, en el medio, este tema toma una dimensión significativa si lo analizamos desde la perspectiva infante, púber y también adolescente.
Impactantes e inexplicables resultan las aberraciones contra niños víctimas de este flagelo, quienes resultan dañados de manera dual: físicamente en lo inmediato pero psicológicamente en el largo plazo, resultando en muchos casos (sino en la mayoría), sin retorno a una condición normal de desarrollo y por ende en la determinación de su identidad y comportamiento sexual.
Es llamativo como a diario en los medios se develan casos que involucran a niños. El último de ellos: Marta Frías Lagos de 35 años, con profesión, casada, madre de dos infantes de 3 y 4 años a los que inducía a estas prácticas, las que difundía en la internet mediante un cibercafé ubicado en la comuna capitalina de Puente Alto, y con la finalidad según sus descargos “para lograr contar con algunos recursos”. También el otro caso reciente que sindica a Ricardo Pérez García de 43 años, cuyo historial delictivo en este orden ya contaba con varias condenas, en cuyo caso en uso de su libertad y usando como escudo su labor desinteresada en una fundación de ayuda a menores con riesgo social, abusaba de menores en cantidad aún no determinada a quienes contactaba en las “caletas” del río Mapocho, para posteriormente mediante el argumento del “regalo” trasladaba a su casa donde cometía las fechorías.
Según las declaraciones de policías a la prensa, también los estudios de “expertos” en el tema, la pedofilia es una enfermedad que no tiene cura y que solo puede “contenerse” con medidas más rigurosas en ámbitos de prevención, normativas más efectivas aplicables a lugares públicos con acceso a la red, y en especial al endurecimiento de las penas.
En primer lugar la atención a las conductas pedofílicas, obligan a que la población adulta se informe a cabalidad sobre este flagelo. En segundo lugar, las medidas más rigurosas de prevención apuntan a la verificación de los antecedentes de quienes trabajan y se vinculan con la educación tanto pre-básica como básica. En este aspecto es cierto, es doloroso ser cuestionados por las culpas de otros, pero también se debe incorporar en la ciudadanía el pensamiento trascendente de que el futuro de una nación (y también del mundo) está en los niños de hoy, y que todas las medidas que se tomen para brindar protección a la población infantil y también a la adolescente, tendrán resultados en la obtención de futuros hombres y mujeres con comportamientos no deformes.
Si bien existe el control de las “ip” (conexiones de red)) contratadas a nivel de hogares, celulares y empresas, la cada día mayor penetración en el mercado de locales comerciales que prestan servicio de conexión a internet logrando anonimato y ofreciendo hasta cabinas privadas que no se condicen con el carácter público de estos lugares, hacen necesaria y con urgencia una regulación que contemple de alguna manera la identificación de todos los usuarios, generando nóminas que tengan carácter también de públicas. La informática permite en la actualidad la creación de software, programas, o “cajas negras” que logren el nítido conocimiento de quienes se conectan y sus movimientos en la red. En este aspecto y como conclusión existe un vacío exageradamente peligroso, y una brecha que está permitiendo esta preocupante avanzada delictiva tanto en el área en comento como en otras aún no calificadas. En este contexto es notable la iniciativa de la Fiscalía Nacional, la que en conjunto con la empresa VTR firmaron recientemente un acuerdo que permite combatir de manera coordinada los delitos de pornografía infantil y grooming (acoso sexual online), mediante la aplicación de protocolos los que derivarán en una colaboración más estrecha para investigar hechos de esta naturaleza. Vale también acotar que desde el 2007 la fiscalía mencionada trabaja en conjunto con la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), el Servicio Nacional de Menores (SENAME), la Microsoft y VTR en campañas que apuntan a la información y la prevención.
En cuanto al endurecimiento y rigurosidad de las penas, ellas están en manos de los parlamentarios quienes deben y están obligados a atender esta situación, generando leyes que cautelen, prevengan y sancionen con mayor ejemplaridad a los imputados. Solo de esta forma los organismos policiales, los tribunales, y la sociedad contarán con los mínimos elementos de acción. Como consecuencia, los abusadores verán reducido su campo de acción, el que a todas luces hoy es el edén del delito. Este tema está llamado a ser una política de Estado y ser también una obligación social de todos y cada uno de los ciudadanos.