viernes, 29 de julio de 2011

DESAFECCIÓN POLÍTICA, ... mal de jóvenes

En Chile, una vez cumplidos los 18 años de vida se adquiere la ciudadanía, situación política que permite fundamentalmente el derecho a voto o sufragio. Si bien esta circunstancia del derecho adquirido es similar en demasiados países, desde hace bastante tiempo en el nuestro -como quizás en otros sucede- ha resultado en una falta de adhesión, que preocupa no solamente a la clase política, sino también a quienes proponen las tendencias partidistas y de representación legítimas, tanto presentes como futuras.

La política una vez regresada la democracia y hasta en la actualidad, ha sufrido tantas inconsecuencias, hechos vergonzosos y desprestigios producto de innumerables desacuerdos y posiciones mezquinas, que los jóvenes en la actualidad poco o nada están interesados en participar tanto en las elecciones municipales, como en las distritales y de circunscripción, como también en las presidenciales. La conclusión inicial entonces es, que el electorado chileno se envejece y no tiene la rotación sinérgica que debería de acuerdo con la demografía nacional.

El rechazo participativo según cifras de 2008, señalaba que el 38% de los jóvenes entre 18 y 29 años no estaba inscrito en los registros electorales. Este es un problema mayor si consideramos entonces, que la representación ciudadana no es la que corresponde. El alumnado universitario movilizado hoy, que seguramente eleva aún más los porcentajes señalados, precisamente busca soluciones a demandas que están radicadas en la arena política y que solo se darán en ámbitos de representación parlamentaria, también gubernamental.

En definitiva, es imposible lograr soluciones estructurales y también atender con estricta seriedad las demandas de cambios, si esos mismos jóvenes apáticos e indiferentes, acusan como desgastado, inválido y carente de credibilidad, a ese o esos representantes ciudadanos que la mayoría electoral legítimamente reconoce.

Esta última inflexión, es la que impide el cauce natural de la política y del respeto ciudadano que ella conlleva en su aplicación. A su vez y paradójicamente si observamos a nuestro alrededor, veremos que la comodidad y la conveniencia de casi todos los políticos contemporáneos, está precisamente instalada sobre esta desinteresada plataforma. El gran problema es el futuro y la calidad representativa de quienes tendrán la responsabilidad de los destinos de Chile.

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